viernes, 9 de septiembre de 2016

La mirada



La izada - Ernesto Rancaño

Cuando salió el disco Expedición de Silvio Rodríguez, tomé las tarjetas de las letras y, como en sus reversos estaban las distintas partes de la pintura de la portada, ordené los fragmentos hasta completar la imagen y la mandé a encuadrar. El conjunto produce una suerte de hechizo que se impone a primera vista, y recién después uno percibe la cantidad de elementos disparatados que extienden el sortilegio desde los bordes al centro, y viceversa. Será tan así?

No creo. Lo más probable es que el misterio y la ambigüedad de este cuadro hagan su trabajo de muchas maneras distintas, y que cada mirada sea seducida por algún trazo en particular. Pero de los muchos espectadores que tuvo, sólo una niña sensible (hija de una amiga en plan de visita) fue más allá y preguntó por el nombre del pintor. Para responder su inquietud, buscamos en el disco -y luego en la red- hasta llegar al nombre de Ernesto Rancaño, artista plástico cubano, y a esta otra maravillosa obra suya titulada “La izada”.

Me estremece la cubanía de esa patria-niña, izada entre los beatíficos Martí y Guevara, como una trinidad laica que vela por su Isla, y cada uno lo hace con una mirada diversa: los ojos del Apóstol cerrados como en un rezo, la angélica mirada de la niña-patria, y la vista del Che, como siempre, en diagonal a todos los dogmas. Es sólo una mirada de entre tantas posibles. Pero creo que allí está retratada la deriva cubana por su feroz independencia. O como dice Silvio en Expedición: “Primero fuimos los heraldos llevando buenas del Señor, pero excedimos su mandato cargando el peso del dolor. Hoy somos ángeles caídos junto al que fuimos a curar. Temen que a nuestros propios hijos les enseñemos a volar”. Y a mirar como lo hizo la niña amiga, la que supo ver y preguntar.

Carlos Semorile